A veces se utilizan los términos senderismo, trekking y montañismo como si fueran sinónimos, pero en realidad cada uno describe una actividad distinta. Cada uno de ellos tiene características propias y niveles de exigencia diferentes. Uno más intenso, de mayor duración, con una finalidad, etc. Por ello, conocer estas diferencias ayuda a elegir la actividad que mejor se adapte a tus intereses, habilidades y objetivos.
Senderismo
El senderismo es la forma más básica y accesible de caminar por la naturaleza. Se trata de recorrer senderos señalizados. Generalmente en zonas no muy abruptas ni peligrosas, para disfrutar del paisaje, la tranquilidad y el ejercicio físico. Las rutas de senderismo suelen ser cortas o medianas y aptas para casi cualquier persona con un nivel básico de condición física. El equipo necesario es sencillo: calzado cómodo, ropa adecuada y algo de agua y comida.
Trekking
El trekking implica recorrer distancias más largas, a menudo en varios días y en terrenos más variados y desafiantes. En el trekking, el caminante debe estar preparado para cambios climáticos, rutas menos señalizadas y cargar con una mochila con lo necesario para acampar o pernoctar en refugios. Es una actividad que requiere más preparación física y mental, y suele desarrollarse en lugares remotos o de difícil acceso. El trekking tiene un componente más aventurero que el senderismo.
Montañismo
El montañismo es la actividad más exigente de las tres. Se centra en ascender montañas, lo que puede implicar técnicas especializadas. Por ejemplo, escalada, uso de cuerda, crampones y conocimientos de seguridad en terrenos peligrosos. El montañismo requiere una alta preparación física, técnica y experiencia, ya que enfrenta al deportista a condiciones extremas como el frío, el viento, la nieve y la altitud. Es común que quienes practican montañismo busquen alcanzar cumbres específicas y superen desafíos que no solo son físicos, sino también técnicos y estratégicos.
